LUNES
SANTO
V.
Señor abre mis
labios.
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza.
HIMNO
Dieron
muerte al Heredero,
su
oblación es haz de luz,
reina
Dios desde el madero,
fulge
el signo de la cruz.
En
los cielos contemplamos
nuestra
prenda tan locuaz
como
símbolo divino
de
salud, de amor, de paz.
¡Resplandece,
brilla, avanza,
oh
estandarte del gran Rey!
¡Oh
cruz, única esperanza
y
resumen de su ley!
Que
presidas nuestra suerte
--cada
cual con nuestra cruz--
y
en la hora de la muerte
nos
conduzcas a Jesús.
Gloria
al Padre con el Hijo
y
el Espíritu de amor;
las
tres Personas reciban
por
la cruz igual honor. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Exclamó
Jesús: “Siento en mi alma angustias de muerte; aguardad aquí y
velad conmigo.”
Salmo
41
DESEO
DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO
Como
busca la cierva
corrientes
de agua,
así
mi alma te busca
a
ti, Dios mío;
tiene
sed de Dios,
del
Dios vivo:
¿cuándo
entraré a ver
el
rostro de Dios?
Las
lágrimas son mi pan
noche
y día,
mientras
todo el día me repiten:
“¿Dónde
está tu Dios?”
Recuerdo
otros tiempos,
y
mi alma desfallece de tristeza:
cómo
marchaba a la cabeza del grupo,
hacia
la casa de Dios,
entre
cantos de júbilo y alabanza,
en
el bullicio de la fiesta.
¿Por
qué te acongojas, alma mía,
por
qué te me turbas?
Espera
en Dios, que volverás a alabarlo:
“Salud
de mi rostro, Dios mío.”
Cuando
mi alma se acongoja,
te
recuerdo,
desde
el Jordán y el Hermón
y
el Monte Menor.
Una
sima grita a otra sima
con
voz de cascadas:
tus
torrentes y tus olas
me
han arrollado.
De
día el Señor
me
hará misericordia,
de
noche cantaré la alabanza
del
Dios de mi vida.
Diré
a Dios: Roca mía,
¿por
qué me olvidas?
¿Por
qué voy andando sombrío,
hostigado
por mí enemigo?
Se
me rompen los huesos
por
las burlas del adversario;
todo
el día me preguntan:
“¿Dónde
está tu Dios?”
¿Por
qué te acongojas, alma mía,
por
qué te me turbas?
Espera
en Dios, que volverás a alabarlo:
“Salud
de mi rostro, Dios mío.”
Ant.
Exclamó
Jesús: “Siento en mi alma angustias de muerte; aguardad aquí y
velad conmigo.”
Ant.
2. Ahora
viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va a ser
arrojado fuera.
Cántico
Sir 36, 1-7. 13-16
SÚPLICA
EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
Sálvanos,
Dios del universo,
infunde
tu terror a todas las naciones;
amenaza
con tu mano al pueblo extranjero,
para
que sienta tu poder.
Como
les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos
así tu gloria castigándolos a ellos:
para
que sepan, como nosotros lo sabemos,
que
no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite
los portentos,
exalta
tu mano, robustece tu brazo.
Reúne
a todas las tribus de Jacob
y
dales su heredad como antiguamente.
Ten
compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de
Israel, a quien nombraste tú primogénito.
Ten
compasión de tu ciudad santa,
de
Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena
a Sión de tu majestad
y
al templo de tu gloria.
Ant.
Ahora viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va
a ser arrojado fuera.
Ant.
3.
Jesús, caudillo y
consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por
encima de su ignominia: y está sentado a la diestra del trono de
Dios.
Salmo
18 A
ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO
El
cielo proclama la gloria de Dios,
el
firmamento pregona la obra de sus manos:
el
día al día le pasa el mensaje,
la
noche a la noche se lo murmura.
Sin
que hablen, sin que pronuncien,
sin
que resuene su voz,
a
toda la tierra alcanza su pregón
y
hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí
le ha puesto su tienda al sol:
él
sale como el esposo de su alcoba,
contento
como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma
por un extremo del cielo,
y
su órbita llega al otro extremo:
nada
se libra de su calor.
Ant.
Jesús, caudillo y
consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por
encima de su ignominia: y está sentado a la diestra del trono de
Dios.
LECTURA
BREVE
Jr
11, 19-20
Yo
como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes
homicidas que contra mí planeaban: “Talemos el árbol en su
lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos, que su nombre no
se pronuncie más.” Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas
rectamente, escudriñas las entrañas y el corazón; veré tu
venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
RESPONSORIO BREVE
V.
Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R.
Nos has
comprado, Señor, por tu sangre.
V.
De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.
R.
Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo , y al Espíritu Santo.
R.
Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Padre justo, si es verdad que el mundo no te ha conocido, yo sí te
he conocido y sé que tú me has enviado.
PRECES
Acudamos
a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y
resurrección, y digámosle:
Señor,
ten piedad de nosotros.
Tú
que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la
gloria,
conduce
a tu Iglesia a la Pascua eterna.
Tú
que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del
soldado,
sana
nuestras heridas.
Tú
que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz
que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los
frutos de este árbol.
Tú
que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,
perdónanos
también a nosotros, pecadores.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Como
Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecados,
diciendo: Padre nuestro.
Oración
Dios
todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza y, con la
fuerza de la pasión de tu Hijo, levanta nuestra esperanza. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R.
Amén.
MARTES
SANTO
V.
Señor, abre
mis labios.
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza.
HIMNO
Ojos
muertos que miráis
con
mirar indescriptible
y
con fuerza irresistible
atraéis
y cautiváis,
¿por
qué, si muertos estáis,
tenéis
tan viva expresión
que
así turbáis mi razón
trocando
vuestras miradas
en
dos punzantes espadas
que
parten mi corazón?
Al
veros, ojos piadosos,
todo
mi ser se conmueve.
¿Quién
a miraros se atreve
sin
llorar, ojos llorosos?
Me
cautiváis amorosos,
me
reprendéis justicieros,
inspiráis
dolor y calma,
sois
tiernos y sois severos,
y
las borrascas del alma
enfrenáis
sólo con veros.
¡Ah!
Permitid ojos píos,
ojos
que sois el encanto
del
cielo, que con mi llanto
borre
mis locos desvíos;
bebí
en cenagosos ríos
aguas
de ponzoñas llenas
que,
al infiltrarse en mis venas,
causaron
fiebres ardientes.
¡Cómo
olvidé que erais fuentes
de
aguas dulces y serenas!. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Defiende mi
causa, Señor, sálvame del hombre traidor y malvado.
Salmo
42
DESEO
DEL TEMPLO
Hazme
justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra
gente sin piedad,
sálvame
del hombre traidor y malvado.
Tú
eres mi Dios y protector,
¿por
qué me rechazas?
¿Por
qué voy andando sombrío,
hostigado
por mí enemigo?
Envía
tu luz y tu verdad:
que
ellas me guíen
y
me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta
tu morada.
Que
yo me acerque al altar de Dios,
al
Dios de mi alegría;
que
te dé gracias al son de la cítara,
Señor,
Dios mío.
¿Por
qué te acongojas, alma mía,
por
qué te me turbas?
Espera
en Dios, que volverás a alabarlo:
“Salud
de mi rostro, Dios mío.”
Ant.
Defiende mi causa, Señor,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Ant.
2.
Tú defendiste,
Señor, la causa de mi alma y rescataste mi vida, Señor, Dios mío.
Cántico
Is
38, 10-14. 17-20
ANGUSTIAS
DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN
Yo
pensé: “En medio de mis días
tengo
que marchar hacia las puertas del abismo;
me
privan del resto de mis años.”
Yo
pensé: “Ya no veré más al Señor
en
la tierra de los vivos,
ya
no miraré a los hombres
entre
los habitantes del mundo.
Levantan
y enrollan mi vida
como
una tienda de pastores.
Como
un tejedor devanaba yo mi vida,
y
me cortan la trama.”
Día
y noche me estás acabando,
sollozo
hasta el amanecer.
Me
quiebras los huesos como un león,
día
y noche me estás acabando.
Estoy
piando como una golondrina,
gimo
como una paloma.
Mis
ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor,
que me oprimen, sal fiador por mí!
Me
has curado, me has hecho revivir,
la
amargura se me volvió paz
cuando
detuviste mi alma ante la tumba vacía
y
volviste la espalda a todos mis pecados.
El
abismo no te da gracias,
ni
la muerte te alaba,
ni
esperan en tu fidelidad
los
que bajan a la fosa.
Los
vivos, los vivos son quienes te alaban:
como
yo ahora.
El
padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame,
Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos
nuestros días en la casa del Señor.
Ant.
Tú
defendiste, Señor, la causa de mi alma y rescataste mi vida, Señor,
Dios mío.
Ant.
3. Mi siervo
justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de
ellos.
Salmo 64
SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS
¡Oh
Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y
a ti se te cumplen los votos,
porque
tú escuchas las súplicas.
A
ti acude todo mortal
a
causa de sus culpas;
nuestros
delitos nos abruman,
pero
tú los perdonas.
Dichoso
el que tú eliges y acercas
para
que viva en tus atrios:
que
nos saciemos de los bienes de tu casa,
de
los dones sagrados de tu templo.
Con
portentos de justicia nos respondes,
Dios,
Salvador nuestro;
tú,
esperanza del confín de la tierra
y
del océano remoto;
tú
que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido
de poder;
tú,
que reprimes el estruendo del mar,
el
estruendo de las olas
y
el tumulto de los pueblos.
Los
habitantes del extremo del orbe
se
sobrecogen ante tus signos,
y
a las puertas de la aurora y del ocaso
las
llenas de júbilo.
Tú
cuidas de la tierra, la riegas
y
la enriqueces sin medida;
la
acequia de Dios va llena de agua,
preparas
los trigales;
riegas
los surcos, igualas los terrones,
tu
llovizna los deja mullidos,
bendices
sus brotes;
coronas
el año con tus bienes,
las
rodadas de tu carro rezuman abundancia;
rezuman
los pastos del páramo,
y
las colinas se orlan de alegría;
las
praderas se cubren de rebaños,
y
los valles se visten de mieses,
que
aclaman y cantan.
Ant.
Mi siervo
justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de
ellos.
LECTURA
BREVE
Za
12, 10-11a
Derramaré
sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un
espíritu de gracia y de oración. Me mirarán a mí, a quien
traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único y llorarán
como se llora al primogénito. Aquel día será grande el luto de
Jerusalén.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R.
Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
V.
De entre toda raza,
lengua, pueblo y nación.
R.
Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
V.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Glorifícame
tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti, antes que el mundo
existiese.
PRECES
Acudamos
a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y
resurrección, y digámosle:
Señor,
ten piedad de nosotros.
Tú
que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la
gloria,
conduce
a tu Iglesia a la Pascua eterna.
Tú
que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del
soldado,
sana
nuestras heridas.
Tú
que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz
que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los
frutos de este árbol.
Tú
que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,
perdónanos
también a nosotros, pecadores.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Siguiendo
la enseñanza de Jesucristo, que nos ha hecho hijos de Dios, digamos
juntos a nuestro Padre: Padre nuestro.
Oración
Dios
todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las
celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R.
Amén.
MIÉRCOLES
SANTO
V.
Señor, abre mis
labios.
R.
Y mi boca proclamará
tu alabanza.
HIMNO
En
tus manos, Señor, pongo mi vida
con
todas sus angustias y dolores;
que
en ti florezcan frescos mis amores
y
que halle apoyo en ti mi fe caída.
Quiero
ser como cera derretida
que
modelen tus dedos creadores;
y
morar para siempre sin temores
de
tu costado en la sangrienta herida.
Vivir
tu muerte y tus dolores grandes,
disfrutar
tus delicias verdaderas
y
seguir el camino por donde andes.
Dame,
Señor, huir de mis quimeras,
dame,
Señor, que quiera lo que mandes
para
poder querer lo que tú quieras. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. En mi
angustia te busco, Señor, y extiendo las manos sin descanso.
Salmo 76
RECUERDO DEL PASADO GLORIOSO DE ISRAEL
Alzo
mi voz a Dios gritando,
alzo
mi voz a Dios para que me oiga.
En
mi angustia te busco, Señor mío;
de
noche extiendo las manos sin descanso,
y
mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando
me acuerdo de Dios, gimo,
y
meditando me siento desfallecer.
Sujetas
los párpados de mis ojos,
y
la agitación no me deja hablar.
Repaso
los días antiguos,
recuerdo
los años remotos;
de
noche lo pienso en mis adentros,
y
meditándolo me pregunto:
¿Es
que el Señor nos rechaza para siempre
y
ya no volverá a favorecernos?
¿Se
ha agotado ya su misericordia,
se
ha terminado para siempre su promesa?
¿Es
que Dios se ha olvidado de su bondad,
o
la cólera cierra sus entrañas?
Y
me digo: ¡Qué pena la mía!
¡Se
ha cambiado la diestra del Altísimo!
Recuerdo
las proezas del Señor;
sí,
recuerdo tus antiguos portentos,
medito
todas tus obras
y
considero tus hazañas.
Dios
mío, tus caminos son santos:
¿qué
dios es grande como nuestro Dios?
Tú,
¡oh Dios!, haciendo maravillas,
mostraste
tu poder a los pueblos;
con
tu brazo rescataste a tu pueblo,
a
los hijos de Jacob y de José.
Te
vio el mar, ¡oh Dios!,
te
vio el mar y tembló,
las
olas se estremecieron.
Las
nubes descargaban sus aguas,
retumbaban
los nubarrones,
tus
saetas zigzagueaban.
Rodaba
el fragor de tu trueno,
los
relámpagos deslumbraban el orbe,
la
tierra retembló estremecida.
Tú
te abriste camino por las aguas,
un
vado por las aguas caudalosas,
y
no quedaba rastro de tus huellas:
mientras
guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por
la mano de Moisés y de Aarón.
Ant.
En mi angustia te
busco, Señor, y extiendo las manos sin descanso.
Ant.
2. Si hemos
muerto con Cristo, tenemos fe en que viviremos también con él.
Cántico
IS 2, 1-10
ALEGRÍA DE LOS HUMILDES EN DIOS
Mi
corazón se regocija por el Señor,
mi
poder se exalta por Dios;
mi
boca se ríe de mis enemigos,
porque
gozo con tu salvación.
No
hay santo como el Señor,
no
hay roca como nuestro Dios.
No
multipliquéis discursos altivos,
no
echéis por la boca arrogancias,
porque
el Señor es un Dios que sabe;
él
es quien pesa las acciones.
Se
rompen los arcos de los valientes,
mientras
los cobardes se ciñen de valor;
los
hartos se contratan por el pan,
mientras
los hambrientos no tienen ya que trabajar;
la
mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras
la madre de muchos se marchita.
El
Señor da la muerte y la vida,
hunde
en el abismo y levanta;
da
la pobreza y la riqueza,
humilla
y enaltece.
Él
levanta del polvo al desvalido,
alza
de la basura al pobre,
para
hacer que se siente entre príncipes
y
que herede un trono de gloria;
pues
del Señor son los pilares de la tierra,
y
sobre ellos afianzó el orbe.
Él
guarda los pasos de sus amigos,
mientras
los malvados perecen en las tinieblas,
porque
el hombre no triunfa por su fuerza.
El
Señor desbarata a sus contrarios,
el
Altísimo truena desde el cielo,
el
Señor juzga hasta el confín de la tierra.
Él
da fuerza a su Rey,
exalta
el poder de su Ungido.
Ant.
Si hemos muerto
con Cristo, tenemos fe en que viviremos también con él.
Ant.
3.
Cristo Jesús ha
sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación
y redención.
Salmo
96
EL
SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES
El
Señor reina, la tierra goza,
se
alegran las islas innumerables.
Tiniebla
y nube lo rodean,
justicia
y derecho sostienen su trono.
Delante
de él avanza fuego
abrasando
en torno a los enemigos;
sus
relámpagos deslumbran el orbe,
y
viéndolos, la tierra se estremece.
Los
montes se derriten como cera
ante
el dueño de toda la tierra;
los
cielos pregonan su justicia,
y
todos los pueblos contemplan su gloria.
Los
que adoran estatuas se sonrojan,
los
que ponen su orgullo en los ídolos;
ante
él se postran todos los dioses.
Lo
oye Sión, y se alegra,
se
regocijan las ciudades de Judá
por
tus sentencias, Señor;
porque
tú eres, Señor,
altísimo
sobre toda la tierra,
encumbrado
sobre todos los dioses.
El
Señor ama al que aborrece el mal,
protege
la vida de sus fieles
y
los libra de los malvados.
Amanece
la luz para el justo,
y
la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos,
justos, con el Señor,
celebrad
su santo nombre.
Ant.
Cristo Jesús ha
sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación
y redención.
LECTURA BREVE Is 50, 5-7
El
Señor me abrió el oído; yo no me resistí ni me eché atrás:
ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que
mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.
RESPONSORIO BREVE
V.
Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
R.
Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
V.
De entre toda raza,
lengua, pueblo y nación.
R.
Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
V.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Nos has comprado, Señor,
por tu sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
La sangre de Cristo, que por medio del Espíritu eterno se ofreció
inmaculado a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras
muertas, para dar culto al Dios vivo.
PRECES
Acudamos
a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y
resurrección, y digámosle:
Señor,
ten piedad de nosotros.
Tú
que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la
gloria,
conduce
a tu Iglesia a la Pascua eterna.
Tú
que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del
soldado,
sana
nuestras heridas.
Tú
que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz
que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los
frutos de este árbol.
Tú
que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,
perdónanos
también a nosotros, pecadores.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Ya
que la fuerza para no caer en la tentación nos viene de Dios,
repitamos juntos la oración que Cristo nos enseñó y pidamos al
Padre que nos libre siempre del mal: Padre nuestro.
Oración
Dios
nuestro, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu
Hijo muriera en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la
resurrección. Por nuestro señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R.
Amén.
JUEVES SANTO Laúdes
V.
Señor, abre mis labios.
R.
Y mi boca proclamará
tu alabanza.
HIMNO
No
me mueve, mi Dios, para quererte
el
cielo que me tienes prometido;
ni
me mueve el infierno tan temido
para
dejar por eso de ofenderte.
Tú
me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado
en una cruz y escarnecido;
muéveme
ver tu cuerpo tan herido,
muévenme
tus afrentas y tu muerte.
Muéveme,
en fin, tu amor, y en tal manera,
que,
aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y,
aunque no hubiera infierno, te temiera.
No
tienes que me dar porque te quiera;
pues,
aunque cuanto espero no esperara,
lo
mismo que te quiero te quisiera. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Mira,
Señor, y contempla que estoy en peligro, respóndeme en seguida.
Salmo
79
VEN
A VISITAR TU VIÑA
Pastor
de Israel, escucha,
tú
que guías a José como a un rebaño;
tú
que te sientas sobre querubines, resplandece
ante
Efraím, Benjamín y Manasés;
despierta
tu poder y ven a salvarnos.
¡Oh
Dios!, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Señor
Dios de los ejércitos,
¿hasta
cuándo estarás airado
mientras
tu pueblo te suplica?
Le
diste a comer llanto,
a
beber lágrimas a tragos;
nos
entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
nuestros
enemigos se burlan de nosotros.
Dios
de los ejércitos, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Sacaste
una vid de Egipto,
expulsaste
a los gentiles, y la trasplantaste;
le
preparaste el terreno y echó raíces
hasta
llenar el país;
su
sombra cubría las montañas,
y
sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió
sus sarmientos hasta el mar,
y
sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por
qué has derribado su cerca
para
que la saqueen los viandantes,
la
pisoteen los jabalíes
y
se la coman las alimañas?
Dios
de los ejércitos, vuélvete:
mira
desde el cielo, fíjate,
ven
a visitar tu viña,
la
cepa que tu diestra plantó,
y
que tú hiciste vigorosa.
La
han talado y le han prendido fuego:
con
un bramido hazlos perecer.
Que
tu mano proteja a tu escogido,
al
hombre que tú fortaleciste.
No
nos alejaremos de ti:
danos
vida, para que invoquemos tu nombre.
Señor
Dios de los ejércitos, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Ant.
Mira, Señor, y
contempla que estoy en peligro, respóndeme en seguida.
Ant.
2. Él es mi
Dios y Salvador: confiaré y no temeré.
Cántico
IS 12, 1–6
ACCIÓN
DE GRACIAS DEL PUEBLO SALVADO
Te
doy gracias, Señor,
porque
estabas airado contra mí,
pero
ha cesado tu ira
y
me has consolado.
Él
es mi Dios y salvador:
confiaré
y no temeré,
porque
mi fuerza y mi poder es el Señor,
él
fue mi salvación.
Y
sacaréis aguas con gozo
de
las fuentes de la salvación.
Aquel
día, diréis:
Dad
gracias al Señor,
invocad
su nombre,
contad
a los pueblos sus hazañas,
proclamad
que su nombre es excelso.
Tañed
para el Señor, que hizo proezas;
anunciadlas
a toda la tierra;
gritad
jubilosos, habitantes de Sión:
“¡Qué
grande es en medio de ti
el
Santo de Israel!”
Ant.
Él es mi Dios y
Salvador: confiaré y no temeré.
Ant.
3.
El Señor nos
alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre.
Salmo 80
SOLEMNE RENOVACIÓN DE LA ALIANZA
Aclamad
a Dios, nuestra fuerza;
dad
vítores al Dios de Jacob:
acompañad,
tocad los panderos,
las
cítaras templadas y las arpas;
tocad
la trompeta por la luna nueva,
por
la luna llena, que es nuestra fiesta;
porque
es una ley de Israel,
un
precepto del Dios de Jacob,
una
norma establecida para José
al
salir de Egipto.
Oigo
un lenguaje desconocido:
“Retiré
sus hombros de la carga,
y
sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste
en la aflicción, y te libré,
te
respondí oculto entre los truenos,
te
puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha,
pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá
me escuchases, Israel!
No
tendrás un dios extraño,
no
adorarás un dios extranjero;
yo
soy el Señor Dios tuyo,
que
te saqué del país de Egipto;
abre
tu boca y yo la saciaré.
Pero
mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel
no quiso obedecer:
los
entregué a su corazón obstinado,
para
que anduviesen según sus antojos.
¡Ojalá
me escuchase mi pueblo
y
caminase Israel por mi camino!:
en
un momento humillaría a sus enemigos
y
volvería mi mano contra sus adversarios;
los
que aborrecen al Señor te adularían,
y
su suerte quedaría fijada;
te
alimentaría con flor de harina,
te
saciaría con miel silvestre.”
Ant.
El Señor nos
alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre.
LECTURA
BREVE
Hb
2, 9b-10
Vemos
a Jesús coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte.
Así, por amorosa dignación de Dios, gustó
la muerte en beneficio de todos. Pues como quisiese Dios, por quien y
para quien son todas las cosas, llevar un gran número de hijos a la
gloria, convenía ciertamente que perfeccionase por medio del
sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación.
RESPONSORIO BREVE
V.
Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
R.
Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
V.
De entre toda raza,
lengua, pueblo y nación.
R.
Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
V.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Nos has comprado, Señor,
por tu sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Con verdadero anhelo he deseado comer esta Pascua con vosotros antes
de padecer.
PRECES
Oremos
a Cristo, Sacerdote eterno, a quien el Padre ungió con el Espíritu
Santo, para que proclamara la redención a los cautivos, y digámosle:
Señor,
ten piedad.
Tú
que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la
gloria,
conduce
a tu Iglesia a la Pascua eterna.
Tú
que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del
soldado,
sana
nuestras heridas.
Tú
que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz
que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los
frutos de este árbol.
Tú
que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,
perdónanos
también a nosotros, pecadores.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Como
Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecados,
diciendo: Padre nuestro.
Oración
Dios
nuestro, digno, con toda justicia, de ser amado sobre todas las
cosas, derrama sobre nosotros los dones de tu gracia, para que la
herencia celestial, que la muerte de tu Hijo nos hace esperar
confiadamente, logre ser alcanzada por nosotros en virtud de su
resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R.
Amén.
VIERNES
SANTO Laudes
V.
Señor, abre mis
labios.
R.
Y mi boca proclamará
tu alabanza.
HIMNO
Brazos
rígidos y yertos,
por
dos garfios traspasados,
que
aquí estáis, por mis pecados,
para
recibirme abiertos,
para
esperarme clavados.
Cuerpo
llagado de amores,
yo
te adoro y yo te sigo;
yo,
Señor de los señores,
quiero
partir tus dolores
subiendo
a la cruz contigo.
Quiero
en la vida seguirte
y
por sus caminos irte
alabando
y bendiciendo,
y
bendecirte sufriendo
y
muriendo bendecirte.
Que
no ame la poquedad
de
cosas que van y vienen;
que
adore la austeridad
de
estos sentires que tienen
sabores
de eternidad;
que
sienta una dulce herida
de
ansia de amor desmedida;
que
ame tu ciencia y tu luz;
que
vaya, en fin, por la vida
como
tú estás en la cruz:
de
sangre los pies cubiertos,
llagadas
de amor las manos,
los
ojos al mundo muertos
y
los dos brazos abiertos
para
todos mis hermanos. Amén.
SALMODIA
Ant.
1.
Dios no perdonó a
su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros.
Salmo 50
CONFESIÓN
DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad;
por
tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava
del todo mi delito,
limpia
mi pecado.
Pues
yo reconozco mi culpa,
tengo
siempre presente mi pecado:
contra
ti, contra ti solo pequé,
cometí
la maldad que aborreces.
En
la sentencia tendrás razón,
en
el juicio brillará tu rectitud.
Mira,
que en la culpa nací,
pecador
me concibió mi madre.
Te
gusta un corazón sincero,
y
en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame
con el hisopo: quedaré limpio;
lávame:
quedaré más blanco que la nieve.
Hazme
oír el gozo y la alegría,
que
se alegren los huesos quebrantados.
Aparta
de mi pecado tu vista,
borra
en mí toda culpa.
¡Oh
Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame
por dentro con espíritu firme;
no
me arrojes lejos de tu rostro,
no
me quites tu santo espíritu.
Devuélveme
la alegría de tu salvación,
afiánzame
con espíritu generoso:
enseñaré
a los malvados tus caminos,
los
pecadores volverán a ti.
Líbrame
de la Sangre, ¡oh Dios,
Dios,
Salvador mío!,
y
cantará mi lengua tu justicia.
Señor,
me abrirás los labios,
y
mi boca proclamará tu alabanza.
Los
sacrificios no te satisfacen;
si
te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi
sacrificio es un espíritu quebrantado:
un
corazón quebrantado y humillado
tú
no lo desprecias.
Señor,
por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye
las murallas de Jerusalén:
entonces
aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas
y holocaustos,
sobre
tu altar se inmolarán novillos.
Ant.
Dios no perdonó a
su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros.
Ant.
2. Jesucristo
nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.
Cántico Ha 3, 2–4. 13ª. 15–19
JUICIO DE DIOS
¡Señor,
he oído tu fama,
me
ha impresionado tu obra!
En
medio de los años, realízala;
en
medio de los años, manifiéstala;
en
el terremoto acuérdate de la misericordia.
El
Señor viene de Temán;
el
Santo, del monte Farán:
su
resplandor eclipsa el cielo,
la
tierra se llena de su alabanza;
su
brillo es como el día,
su
mano destella velando su poder.
Sales
a salvar a tu pueblo,
a
salvar a tu ungido;
pisas
el mar con tus caballos,
revolviendo
las aguas del océano.
Lo
escuché y temblaron mis entrañas,
al
oírlo se estremecieron mis labios;
me
entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban
mis piernas al andar.
Tranquilo
espero el día de la angustia
que
sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque
la higuera no echa yemas
y
las viñas no tienen fruto,
aunque
el olivo olvida su aceituna
y
los campos no dan cosechas,
aunque
se acaban las ovejas del redil
y
no quedan vacas en el establo,
yo
exultaré con el Señor,
me
gloriaré en Dios mi salvador.
El
Señor soberano es mi fuerza,
él
me da piernas de gacela
y
me hace caminar por las alturas.
Ant.
Jesucristo nos ama
y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.
Ant.
3. Tu cruz
adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos;
por el madero ha venido la alegría al mundo entero.
Salmo
147
RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN
Glorifica
al Señor, Jerusalén;
alaba
a tu Dios, Sión:
que
ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y
ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha
puesto paz en tus fronteras,
te
sacia con flor de harina.
Él
envía su mensaje a la tierra,
y
su palabra corre veloz;
manda
la nieve como lana,
esparce
la escarcha como ceniza;
hace
caer el hielo como migajas
y
con el frío congela las aguas;
envía
una orden, y se derriten;
sopla
su aliento, y corren.
Anuncia
su palabra a Jacob,
sus
decretos y mandatos a Israel;
con
ninguna nación obró así,
ni
les dio a conocer sus mandatos.
Ant.
Tu cruz adoramos,
Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el
madero ha venido la alegría al mundo entero.
LECTURA
BREVE
Is
52, 13-15
Mirad:
mi siervo tendrá éxito, será enaltecido y ensalzado sobremanera.
Y, así como muchos se horrorizaron de él, pues tan desfigurado
estaba que ya ni parecía hombre, no tenía ni aspecto humano, así
también muchos pueblos se admirarán de él y, a su vista, los reyes
enmudecerán de asombro porque verán algo jamás narrado y
contemplarán algo inaudito.
En
lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona.
Cristo,
por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Fijaron encima de su cabeza un letrero indicando el motivo de su
condenación: “Éste es Jesús, el rey de los judíos.”
PRECES
Adoremos
a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso
morir y ser sepultado para resucitar de entre los muertos, y
supliquémosle, diciendo:
Señor,
ten piedad de nosotros.
Señor
y Maestro nuestro, que por nosotros te sometiste incluso a la muerte,
enséñanos
a someternos siempre a la voluntad del Padre.
Tú
que siendo nuestra vida quisiste morir en la cruz para destruir la
muerte y todo su poder,
haz
que contigo sepamos morir también al pecado y resucitemos contigo a
vida nueva.
Rey
nuestro, que como un gusano fuiste el desprecio del pueblo y la
vergüenza de la gente,
haz
que tu Iglesia no se acobarde ante la humillación, sino que como tú
proclame en toda circunstancia el honor del Padre.
Salvador
de todos los hombres, que diste tu vida por los hermanos,
enséñanos
a amarnos mutuamente con un amor semejante al tuyo.
Tú
que al ser elevado en la cruz atrajiste hacia ti a todos los hombres,
reúne
en tu reino a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Porque
la muerte de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos atrevemos a
orar al Padre, diciendo: Padre nuestro.
Oración
Mira,
Señor, con bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro
Señor aceptó el tormento de la cruz, entregándose a sus propios
enemigos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R.
Amén.
SÁBADO
SANTO Laudes
V.
Señor, abre mis
labios.
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza.
HIMNO
Venid
al huerto, perfumes,
enjugad
la blanca sábana:
en
el tálamo nupcial
el
Rey descansa.
Muertos
de negros sepulcros,
venid
a la tumba santa:
la
Vida espera dormida,
la
Iglesia aguarda.
Llegad
al jardín, creyentes,
tened
en silencia el alma:
ya
empiezan a ver los justos
la
noche clara.
Oh
doliente de la tierra,
verted
aquí vuestras lágrimas:
en
la gloria de este cuerpo
serán
bañadas.
Salve,
cuerpo cobijado
bajo
las divinas alas;
salve,
casa del Espíritu
nuestra
morada. Amén.
SALMODIA
Ant.
1.
Harán llanto como
llanto por el hijo único, porque siendo inocente fue muerto el
Señor.
Salmo 63
Escucha,
¡oh Dios!, la voz de mi lamento,
protege
mi vida del terrible enemigo;
escóndeme
de la conjura de los perversos
y
del motín de los malhechores.
afilan
sus lenguas como espadas
y
disparan como flechas palabras venenosas,
para
herir a escondidas al inocente,
para
herirlo por sorpresa y sin riesgo.
Se
animan al delito,
calculan
cómo esconder trampas,
y
dicen: “¡Quien lo descubrirá?”
Inventan
maldades y ocultan sus invenciones,
porque
su mente y su corazón no tienen fondo.
Pero
Dios los acribilla a flechazos,
por
sorpresa los cubre de heridas;
su
misma lengua los lleva a la ruina,
y
los que lo ven menean la cabeza.
Todo
el mundo se atemoriza,
proclama
la obra de Dios
y
medita sus acciones.
El
justo se alegra con el Señor,
se
refugia en él,
y
se felicitan los rectos de corazón.
Ant.
Harán llanto
como llanto por el hijo único, porque siendo inocente fue muerto el
Señor.
Ant.
2. Líbrame,
Señor, de las puertas del abismo.
Cántico
Is 38, 10-14. 17-20
Yo
pensé: “En medio de mis días
tengo
que marchar hacia las puertas del abismo;
me
privan del resto de mis años.”
Yo
pensé: “Ya no veré más al Señor
en
la tierra de los vivos,
ya
no miraré a los hombres
entre
los habitantes del mundo.
Levantan
y enrollan mi vida
como
una tienda de pastores.
Como
un tejedor devanaba yo mi vida,
y
me cortan la trama.”
Día
y noche me estás acabando,
sollozo
hasta el amanecer.
Me
quiebras los huesos como un león,
día
y noche me estás acabando.
Estoy
piando como una golondrina,
gimo
como una paloma.
Mis
ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor,
que me oprimen, sal fiador por mí!
Me
has curado, me has hecho revivir,
la
amargura se me volvió paz
cuando
detuviste mi alma ante la tumba vacía
y
volviste la espalda a todos mis pecados.
El
abismo no te da gracias,
ni
la muerte te alaba,
ni
esperan en tu fidelidad
los
que bajan a la fosa.
Los
vivos, los vivos son quienes te alaban
como
yo ahora.
El
padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame,
Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos
nuestros días en la casa del Señor.
Ant.
Líbrame, Señor, de las puertas del abismo.
Ant.
3. Estaba
muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las
llaves de la muerte y del hades.
Salmo 150
Alabad
al Señor en su templo,
alabadlo
en su augusto firmamento.
Alabadlo
por sus obras magníficas,
alabadlo
por su inmensa grandeza.
Alabadlo
tocando trompetas,
alabadlo
con arpas y cítaras,
alabadlo
con tambores y danzas,
alabadlo
con trompas y flautas,
alabadlo
con platillos sonoros,
alabadlo
con platillos vibrantes.
Todo
ser que alienta, alabe al Señor.
Ant.
Estaba muerto,
pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de
la muerte y del hades.
LECTURA BREVE Os
6, 1-3a
Esto
dice el Señor: <<En su aflicción me buscarán, diciendo:
“Volvamos al Señor. Él, que nos despedazó, nos sanará; él, que
nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará, y al tercero nos
levantará, y viviremos en su presencia.”>>
En
lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Cristo,
por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz;
por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el
“Nombre-sobre-todo-nombre”.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y con tu sangre
nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro.
PRECES
Adoremos
a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso
morir y ser sepultado, para resucitar de entre los muertos, y
supliquémosle, diciendo:
Señor,
ten piedad de nosotros.
Oh
Señor, que junto a tu cruz y a tu sepulcro tuviste a tu Madre
dolorosa que participó en tu aflicción,
haz
que tu pueblo sepa también participar en tu pasión.
Señor
Jesús, que como grano de trigo caíste en la tierra para morir y dar
con ello fruto abundante,
haz
que también nosotros sepamos morir al pecado y vivir para Dios.
Oh
Pastor de la Iglesia, que quisiste ocultarte en el sepulcro para dar
la vida a los hombres,
haz
que nosotros sepamos también vivir escondidos contigo en Dios.
Nuevo
Adán, que quisiste bajar al reino de la muerte, para librar a
cuantos, desde el origen del mundo, estaban encarcelados,
haz
que todos los hombres, muertos al pecado, escuchen tu voz y vivan.
Cristo,
Hijo de Dios vivo, que has querido que por el bautismo fuéramos
sepultados contigo en la muerte,
haz
que siguiéndote a ti caminemos también nosotros en novedad de
vida.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Movidos
por el espíritu filial que Cristo nos mereció con su muerte,
digamos al Padre: Padre nuestro.
Oración
Dios
todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y
salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus
fieles, sepultados con Cristo pro el bautismo, resucitar también con
él a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y no lleve a la vida
eterna.
R.
Amén.
CÁNTICO DE ZACARIAS Lc. 1,68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas.
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros
padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios.
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.