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lunes, 7 de abril de 2014

LAUDES (SEMANA SANTA)


LUNES SANTO








V. Señor abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.





HIMNO



Dieron muerte al Heredero,

su oblación es haz de luz,

reina Dios desde el madero,

fulge el signo de la cruz.



En los cielos contemplamos

nuestra prenda tan locuaz

como símbolo divino

de salud, de amor, de paz.



¡Resplandece, brilla, avanza,

oh estandarte del gran Rey!

¡Oh cruz, única esperanza

y resumen de su ley!



Que presidas nuestra suerte

--cada cual con nuestra cruz--

y en la hora de la muerte

nos conduzcas a Jesús.



Gloria al Padre con el Hijo

y el Espíritu de amor;

las tres Personas reciban

por la cruz igual honor. Amén.





SALMODIA




Ant. 1. Exclamó Jesús: “Siento en mi alma angustias de muerte; aguardad aquí y velad conmigo.”





Salmo 41



DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO



Como busca la cierva

corrientes de agua,

así mi alma te busca

a ti, Dios mío;



tiene sed de Dios,

del Dios vivo:

¿cuándo entraré a ver

el rostro de Dios?



Las lágrimas son mi pan

noche y día,

mientras todo el día me repiten:

“¿Dónde está tu Dios?”



Recuerdo otros tiempos,

y mi alma desfallece de tristeza:

cómo marchaba a la cabeza del grupo,

hacia la casa de Dios,

entre cantos de júbilo y alabanza,

en el bullicio de la fiesta.



¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

“Salud de mi rostro, Dios mío.”



Cuando mi alma se acongoja,

te recuerdo,

desde el Jordán y el Hermón

y el Monte Menor.



Una sima grita a otra sima

con voz de cascadas:

tus torrentes y tus olas

me han arrollado.

De día el Señor

me hará misericordia,

de noche cantaré la alabanza

del Dios de mi vida.



Diré a Dios: Roca mía,

¿por qué me olvidas?

¿Por qué voy andando sombrío,

hostigado por mí enemigo?



Se me rompen los huesos

por las burlas del adversario;

todo el día me preguntan:

“¿Dónde está tu Dios?”



¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

“Salud de mi rostro, Dios mío.”



Ant. Exclamó Jesús: “Siento en mi alma angustias de muerte; aguardad aquí y velad conmigo.”





Ant. 2. Ahora viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va a ser arrojado fuera.



Cántico Sir 36, 1-7. 13-16



SÚPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN



Sálvanos, Dios del universo,

infunde tu terror a todas las naciones;

amenaza con tu mano al pueblo extranjero,

para que sienta tu poder.



Como les mostraste tu santidad al castigarnos,

muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:

para que sepan, como nosotros lo sabemos,

que no hay Dios fuera de ti.

Renueva los prodigios, repite los portentos,

exalta tu mano, robustece tu brazo.



Reúne a todas las tribus de Jacob

y dales su heredad como antiguamente.



Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,

de Israel, a quien nombraste tú primogénito.

Ten compasión de tu ciudad santa,

de Jerusalén, lugar de tu reposo.



Llena a Sión de tu majestad

y al templo de tu gloria.



Ant. Ahora viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va a ser arrojado fuera.



Ant. 3. Jesús, caudillo y consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por encima de su ignominia: y está sentado a la diestra del trono de Dios.



Salmo 18 A



ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO




El cielo proclama la gloria de Dios,

el firmamento pregona la obra de sus manos:

el día al día le pasa el mensaje,

la noche a la noche se lo murmura.



Sin que hablen, sin que pronuncien,

sin que resuene su voz,

a toda la tierra alcanza su pregón

y hasta los límites del orbe su lenguaje.



Allí le ha puesto su tienda al sol:

él sale como el esposo de su alcoba,

contento como un héroe, a recorrer su camino.



Asoma por un extremo del cielo,

y su órbita llega al otro extremo:

nada se libra de su calor.

Ant. Jesús, caudillo y consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por encima de su ignominia: y está sentado a la diestra del trono de Dios.





LECTURA BREVE Jr 11, 19-20



Yo como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que contra mí planeaban: “Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos, que su nombre no se pronuncie más.” Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, escudriñas las entrañas y el corazón; veré tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.





RESPONSORIO BREVE




V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.



V. Gloria al Padre, y al Hijo , y al Espíritu Santo.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.





CÁNTICO EVANGÉLICO




Ant. Padre justo, si es verdad que el mundo no te ha conocido, yo sí te he conocido y sé que tú me has enviado.





PRECES




Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y resurrección, y digámosle:



Señor, ten piedad de nosotros.



Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,

conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.



Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,

sana nuestras heridas.



Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,

haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.



Tú que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,

perdónanos también a nosotros, pecadores.





Se pueden añadir algunas intenciones libres.





Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecados, diciendo: Padre nuestro.





Oración




Dios todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza y, con la fuerza de la pasión de tu Hijo, levanta nuestra esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.





CONCLUSIÓN




V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida

eterna.



R. Amén.



















MARTES SANTO







V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.





HIMNO




Ojos muertos que miráis

con mirar indescriptible

y con fuerza irresistible

atraéis y cautiváis,

¿por qué, si muertos estáis,

tenéis tan viva expresión

que así turbáis mi razón

trocando vuestras miradas

en dos punzantes espadas

que parten mi corazón?



Al veros, ojos piadosos,

todo mi ser se conmueve.

¿Quién a miraros se atreve

sin llorar, ojos llorosos?

Me cautiváis amorosos,

me reprendéis justicieros,

inspiráis dolor y calma,

sois tiernos y sois severos,

y las borrascas del alma

enfrenáis sólo con veros.



¡Ah! Permitid ojos píos,

ojos que sois el encanto

del cielo, que con mi llanto

borre mis locos desvíos;

bebí en cenagosos ríos

aguas de ponzoñas llenas

que, al infiltrarse en mis venas,

causaron fiebres ardientes.



¡Cómo olvidé que erais fuentes

de aguas dulces y serenas!. Amén.





SALMODIA



Ant. 1. Defiende mi causa, Señor, sálvame del hombre traidor y malvado.



Salmo 42



DESEO DEL TEMPLO



Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa

contra gente sin piedad,

sálvame del hombre traidor y malvado.



Tú eres mi Dios y protector,

¿por qué me rechazas?

¿Por qué voy andando sombrío,

hostigado por mí enemigo?



Envía tu luz y tu verdad:

que ellas me guíen

y me conduzcan hasta tu monte santo,

hasta tu morada.



Que yo me acerque al altar de Dios,

al Dios de mi alegría;

que te dé gracias al son de la cítara,

Señor, Dios mío.



¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

“Salud de mi rostro, Dios mío.”



Ant. Defiende mi causa, Señor, sálvame del hombre traidor y malvado.





Ant. 2. Tú defendiste, Señor, la causa de mi alma y rescataste mi vida, Señor, Dios mío.



Cántico Is 38, 10-14. 17-20



ANGUSTIAS DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN



Yo pensé: “En medio de mis días

tengo que marchar hacia las puertas del abismo;

me privan del resto de mis años.”



Yo pensé: “Ya no veré más al Señor

en la tierra de los vivos,

ya no miraré a los hombres

entre los habitantes del mundo.



Levantan y enrollan mi vida

como una tienda de pastores.

Como un tejedor devanaba yo mi vida,

y me cortan la trama.”



Día y noche me estás acabando,

sollozo hasta el amanecer.

Me quiebras los huesos como un león,

día y noche me estás acabando.



Estoy piando como una golondrina,

gimo como una paloma.

Mis ojos mirando al cielo se consumen:

¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!



Me has curado, me has hecho revivir,

la amargura se me volvió paz

cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía

y volviste la espalda a todos mis pecados.



El abismo no te da gracias,

ni la muerte te alaba,

ni esperan en tu fidelidad

los que bajan a la fosa.



Los vivos, los vivos son quienes te alaban:

como yo ahora.

El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.



Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas

todos nuestros días en la casa del Señor.



Ant. Tú defendiste, Señor, la causa de mi alma y rescataste mi vida, Señor, Dios mío.





Ant. 3. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos.



Salmo 64




SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS




¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,

y a ti se te cumplen los votos,

porque tú escuchas las súplicas.



A ti acude todo mortal

a causa de sus culpas;

nuestros delitos nos abruman,

pero tú los perdonas.



Dichoso el que tú eliges y acercas

para que viva en tus atrios:

que nos saciemos de los bienes de tu casa,

de los dones sagrados de tu templo.



Con portentos de justicia nos respondes,

Dios, Salvador nuestro;

tú, esperanza del confín de la tierra

y del océano remoto;



tú que afianzas los montes con tu fuerza,

ceñido de poder;

tú, que reprimes el estruendo del mar,

el estruendo de las olas

y el tumulto de los pueblos.

Los habitantes del extremo del orbe

se sobrecogen ante tus signos,

y a las puertas de la aurora y del ocaso

las llenas de júbilo.



Tú cuidas de la tierra, la riegas

y la enriqueces sin medida;

la acequia de Dios va llena de agua,

preparas los trigales;



riegas los surcos, igualas los terrones,

tu llovizna los deja mullidos,

bendices sus brotes;

coronas el año con tus bienes,

las rodadas de tu carro rezuman abundancia;



rezuman los pastos del páramo,

y las colinas se orlan de alegría;

las praderas se cubren de rebaños,

y los valles se visten de mieses,

que aclaman y cantan.



Ant. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos.





LECTURA BREVE Za 12, 10-11a



Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración. Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único y llorarán como se llora al primogénito. Aquel día será grande el luto de Jerusalén.





RESPONSORIO BREVE



V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.





CÁNTICO EVANGÉLICO




Ant. Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti, antes que el mundo existiese.





PRECES




Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y resurrección, y digámosle:



Señor, ten piedad de nosotros.



Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,

conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.



Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,

sana nuestras heridas.



Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,

haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.



Tú que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,

perdónanos también a nosotros, pecadores.




Se pueden añadir algunas intenciones libres.





Siguiendo la enseñanza de Jesucristo, que nos ha hecho hijos de Dios, digamos juntos a nuestro Padre: Padre nuestro.

Oración




Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.





CONCLUSIÓN






V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida

eterna.



R. Amén.

MIÉRCOLES SANTO







V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.





HIMNO




En tus manos, Señor, pongo mi vida

con todas sus angustias y dolores;

que en ti florezcan frescos mis amores

y que halle apoyo en ti mi fe caída.



Quiero ser como cera derretida

que modelen tus dedos creadores;

y morar para siempre sin temores

de tu costado en la sangrienta herida.



Vivir tu muerte y tus dolores grandes,

disfrutar tus delicias verdaderas

y seguir el camino por donde andes.



Dame, Señor, huir de mis quimeras,

dame, Señor, que quiera lo que mandes

para poder querer lo que tú quieras. Amén.





SALMODIA



Ant. 1. En mi angustia te busco, Señor, y extiendo las manos sin descanso.



Salmo 76




RECUERDO DEL PASADO GLORIOSO DE ISRAEL




Alzo mi voz a Dios gritando,

alzo mi voz a Dios para que me oiga.



En mi angustia te busco, Señor mío;

de noche extiendo las manos sin descanso,



y mi alma rehúsa el consuelo.

Cuando me acuerdo de Dios, gimo,

y meditando me siento desfallecer.



Sujetas los párpados de mis ojos,

y la agitación no me deja hablar.

Repaso los días antiguos,

recuerdo los años remotos;

de noche lo pienso en mis adentros,

y meditándolo me pregunto:



¿Es que el Señor nos rechaza para siempre

y ya no volverá a favorecernos?

¿Se ha agotado ya su misericordia,

se ha terminado para siempre su promesa?

¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,

o la cólera cierra sus entrañas?



Y me digo: ¡Qué pena la mía!

¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!

Recuerdo las proezas del Señor;

sí, recuerdo tus antiguos portentos,

medito todas tus obras

y considero tus hazañas.



Dios mío, tus caminos son santos:

¿qué dios es grande como nuestro Dios?



Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas,

mostraste tu poder a los pueblos;

con tu brazo rescataste a tu pueblo,

a los hijos de Jacob y de José.



Te vio el mar, ¡oh Dios!,

te vio el mar y tembló,

las olas se estremecieron.



Las nubes descargaban sus aguas,

retumbaban los nubarrones,

tus saetas zigzagueaban.

Rodaba el fragor de tu trueno,

los relámpagos deslumbraban el orbe,

la tierra retembló estremecida.



Tú te abriste camino por las aguas,

un vado por las aguas caudalosas,

y no quedaba rastro de tus huellas:



mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,

por la mano de Moisés y de Aarón.



Ant. En mi angustia te busco, Señor, y extiendo las manos sin descanso.



Ant. 2. Si hemos muerto con Cristo, tenemos fe en que viviremos también con él.



Cántico IS 2, 1-10




ALEGRÍA DE LOS HUMILDES EN DIOS




Mi corazón se regocija por el Señor,

mi poder se exalta por Dios;

mi boca se ríe de mis enemigos,

porque gozo con tu salvación.

No hay santo como el Señor,

no hay roca como nuestro Dios.



No multipliquéis discursos altivos,

no echéis por la boca arrogancias,

porque el Señor es un Dios que sabe;

él es quien pesa las acciones.



Se rompen los arcos de los valientes,

mientras los cobardes se ciñen de valor;

los hartos se contratan por el pan,

mientras los hambrientos no tienen ya que trabajar;

la mujer estéril da a luz siete hijos,

mientras la madre de muchos se marchita.



El Señor da la muerte y la vida,

hunde en el abismo y levanta;

da la pobreza y la riqueza,

humilla y enaltece.



Él levanta del polvo al desvalido,

alza de la basura al pobre,

para hacer que se siente entre príncipes

y que herede un trono de gloria;

pues del Señor son los pilares de la tierra,

y sobre ellos afianzó el orbe.



Él guarda los pasos de sus amigos,

mientras los malvados perecen en las tinieblas,

porque el hombre no triunfa por su fuerza.



El Señor desbarata a sus contrarios,

el Altísimo truena desde el cielo,

el Señor juzga hasta el confín de la tierra.

Él da fuerza a su Rey,

exalta el poder de su Ungido.



Ant. Si hemos muerto con Cristo, tenemos fe en que viviremos también con él.





Ant. 3. Cristo Jesús ha sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.



Salmo 96



EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES



El Señor reina, la tierra goza,

se alegran las islas innumerables.

Tiniebla y nube lo rodean,

justicia y derecho sostienen su trono.



Delante de él avanza fuego

abrasando en torno a los enemigos;

sus relámpagos deslumbran el orbe,

y viéndolos, la tierra se estremece.



Los montes se derriten como cera

ante el dueño de toda la tierra;

los cielos pregonan su justicia,

y todos los pueblos contemplan su gloria.



Los que adoran estatuas se sonrojan,

los que ponen su orgullo en los ídolos;

ante él se postran todos los dioses.



Lo oye Sión, y se alegra,

se regocijan las ciudades de Judá

por tus sentencias, Señor;



porque tú eres, Señor,

altísimo sobre toda la tierra,

encumbrado sobre todos los dioses.



El Señor ama al que aborrece el mal,

protege la vida de sus fieles

y los libra de los malvados.



Amanece la luz para el justo,

y la alegría para los rectos de corazón.

Alegraos, justos, con el Señor,

celebrad su santo nombre.



Ant. Cristo Jesús ha sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.





LECTURA BREVE Is 50, 5-7




El Señor me abrió el oído; yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.



RESPONSORIO BREVE




V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.



V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.



V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.





CÁNTICO EVANGÉLICO




Ant. La sangre de Cristo, que por medio del Espíritu eterno se ofreció inmaculado a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras muertas, para dar culto al Dios vivo.





PRECES




Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y resurrección, y digámosle:



Señor, ten piedad de nosotros.



Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,

conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.



Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,

sana nuestras heridas.



Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,

haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.



Tú que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,

perdónanos también a nosotros, pecadores.





Se pueden añadir algunas intenciones libres.





Ya que la fuerza para no caer en la tentación nos viene de Dios, repitamos juntos la oración que Cristo nos enseñó y pidamos al Padre que nos libre siempre del mal: Padre nuestro.





Oración




Dios nuestro, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro señor Jesucristo, tu Hijo.





CONCLUSIÓN



V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida

eterna.



R. Amén.



JUEVES SANTO Laúdes







V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.





HIMNO




No me mueve, mi Dios, para quererte

el cielo que me tienes prometido;

ni me mueve el infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte.



Tú me mueves, Señor, muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido;

muéveme ver tu cuerpo tan herido,

muévenme tus afrentas y tu muerte.



Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,

que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,

y, aunque no hubiera infierno, te temiera.



No tienes que me dar porque te quiera;

pues, aunque cuanto espero no esperara,

lo mismo que te quiero te quisiera. Amén.





SALMODIA




Ant. 1. Mira, Señor, y contempla que estoy en peligro, respóndeme en seguida.



Salmo 79



VEN A VISITAR TU VIÑA



Pastor de Israel, escucha,

tú que guías a José como a un rebaño;

tú que te sientas sobre querubines, resplandece

ante Efraím, Benjamín y Manasés;

despierta tu poder y ven a salvarnos.



¡Oh Dios!, restáuranos,

que brille tu rostro y nos salve.



Señor Dios de los ejércitos,

¿hasta cuándo estarás airado

mientras tu pueblo te suplica?



Le diste a comer llanto,

a beber lágrimas a tragos;

nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,

nuestros enemigos se burlan de nosotros.



Dios de los ejércitos, restáuranos,

que brille tu rostro y nos salve.



Sacaste una vid de Egipto,

expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;

le preparaste el terreno y echó raíces

hasta llenar el país;



su sombra cubría las montañas,

y sus pámpanos, los cedros altísimos;

extendió sus sarmientos hasta el mar,

y sus brotes hasta el Gran Río.



¿Por qué has derribado su cerca

para que la saqueen los viandantes,

la pisoteen los jabalíes

y se la coman las alimañas?



Dios de los ejércitos, vuélvete:

mira desde el cielo, fíjate,

ven a visitar tu viña,

la cepa que tu diestra plantó,

y que tú hiciste vigorosa.



La han talado y le han prendido fuego:

con un bramido hazlos perecer.

Que tu mano proteja a tu escogido,

al hombre que tú fortaleciste.

No nos alejaremos de ti:

danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,

que brille tu rostro y nos salve.



Ant. Mira, Señor, y contempla que estoy en peligro, respóndeme en seguida.





Ant. 2. Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré.



Cántico IS 12, 1–6



ACCIÓN DE GRACIAS DEL PUEBLO SALVADO



Te doy gracias, Señor,

porque estabas airado contra mí,

pero ha cesado tu ira

y me has consolado.



Él es mi Dios y salvador:

confiaré y no temeré,

porque mi fuerza y mi poder es el Señor,

él fue mi salvación.

Y sacaréis aguas con gozo

de las fuentes de la salvación.



Aquel día, diréis:

Dad gracias al Señor,

invocad su nombre,

contad a los pueblos sus hazañas,

proclamad que su nombre es excelso.



Tañed para el Señor, que hizo proezas;

anunciadlas a toda la tierra;

gritad jubilosos, habitantes de Sión:

“¡Qué grande es en medio de ti

el Santo de Israel!”



Ant. Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré.





Ant. 3. El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre.

Salmo 80




SOLEMNE RENOVACIÓN DE LA ALIANZA




Aclamad a Dios, nuestra fuerza;

dad vítores al Dios de Jacob:



acompañad, tocad los panderos,

las cítaras templadas y las arpas;

tocad la trompeta por la luna nueva,

por la luna llena, que es nuestra fiesta;



porque es una ley de Israel,

un precepto del Dios de Jacob,

una norma establecida para José

al salir de Egipto.



Oigo un lenguaje desconocido:

“Retiré sus hombros de la carga,

y sus manos dejaron la espuerta.



Clamaste en la aflicción, y te libré,

te respondí oculto entre los truenos,

te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.



Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;

¡ojalá me escuchases, Israel!



No tendrás un dios extraño,

no adorarás un dios extranjero;

yo soy el Señor Dios tuyo,

que te saqué del país de Egipto;

abre tu boca y yo la saciaré.



Pero mi pueblo no escuchó mi voz,

Israel no quiso obedecer:

los entregué a su corazón obstinado,

para que anduviesen según sus antojos.



¡Ojalá me escuchase mi pueblo

y caminase Israel por mi camino!:

en un momento humillaría a sus enemigos

y volvería mi mano contra sus adversarios;



los que aborrecen al Señor te adularían,

y su suerte quedaría fijada;

te alimentaría con flor de harina,

te saciaría con miel silvestre.”



Ant. El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre.





LECTURA BREVE Hb 2, 9b-10



Vemos a Jesús coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte. Así, por amorosa dignación de Dios, gustó la muerte en beneficio de todos. Pues como quisiese Dios, por quien y para quien son todas las cosas, llevar un gran número de hijos a la gloria, convenía ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación.





RESPONSORIO BREVE




V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.



V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.



V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.





CÁNTICO EVANGÉLICO




Ant. Con verdadero anhelo he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer.



PRECES




Oremos a Cristo, Sacerdote eterno, a quien el Padre ungió con el Espíritu Santo, para que proclamara la redención a los cautivos, y digámosle:



Señor, ten piedad.



Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,

conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.



Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,

sana nuestras heridas.



Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,

haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.



Tú que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,

perdónanos también a nosotros, pecadores.



Se pueden añadir algunas intenciones libres.



Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecados, diciendo: Padre nuestro.





Oración




Dios nuestro, digno, con toda justicia, de ser amado sobre todas las cosas, derrama sobre nosotros los dones de tu gracia, para que la herencia celestial, que la muerte de tu Hijo nos hace esperar confiadamente, logre ser alcanzada por nosotros en virtud de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



CONCLUSIÓN




V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida

eterna.



R. Amén.

VIERNES SANTO Laudes







V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.





HIMNO




Brazos rígidos y yertos,

por dos garfios traspasados,

que aquí estáis, por mis pecados,

para recibirme abiertos,

para esperarme clavados.



Cuerpo llagado de amores,

yo te adoro y yo te sigo;

yo, Señor de los señores,

quiero partir tus dolores

subiendo a la cruz contigo.



Quiero en la vida seguirte

y por sus caminos irte

alabando y bendiciendo,

y bendecirte sufriendo

y muriendo bendecirte.

Que no ame la poquedad

de cosas que van y vienen;

que adore la austeridad

de estos sentires que tienen

sabores de eternidad;



que sienta una dulce herida

de ansia de amor desmedida;

que ame tu ciencia y tu luz;

que vaya, en fin, por la vida

como tú estás en la cruz:



de sangre los pies cubiertos,

llagadas de amor las manos,

los ojos al mundo muertos

y los dos brazos abiertos

para todos mis hermanos. Amén.



SALMODIA




Ant. 1. Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros.



Salmo 50




CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO



Misericordia, Dios mío, por tu bondad;

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito,

limpia mi pecado.



Pues yo reconozco mi culpa,

tengo siempre presente mi pecado:

contra ti, contra ti solo pequé,

cometí la maldad que aborreces.



En la sentencia tendrás razón,

en el juicio brillará tu rectitud.

Mira, que en la culpa nací,

pecador me concibió mi madre.



Te gusta un corazón sincero,

y en mi interior me inculcas sabiduría.

Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;

lávame: quedaré más blanco que la nieve.



Hazme oír el gozo y la alegría,

que se alegren los huesos quebrantados.

Aparta de mi pecado tu vista,

borra en mí toda culpa.



¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,

afiánzame con espíritu generoso:

enseñaré a los malvados tus caminos,

los pecadores volverán a ti.



Líbrame de la Sangre, ¡oh Dios,

Dios, Salvador mío!,

y cantará mi lengua tu justicia.

Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza.



Los sacrificios no te satisfacen;

si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:

un corazón quebrantado y humillado

tú no lo desprecias.



Señor, por tu bondad, favorece a Sión,

reconstruye las murallas de Jerusalén:

entonces aceptarás los sacrificios rituales,

ofrendas y holocaustos,

sobre tu altar se inmolarán novillos.



Ant. Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros.





Ant. 2. Jesucristo nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.



Cántico Ha 3, 2–4. 13ª. 15–19




JUICIO DE DIOS




¡Señor, he oído tu fama,

me ha impresionado tu obra!

En medio de los años, realízala;

en medio de los años, manifiéstala;

en el terremoto acuérdate de la misericordia.



El Señor viene de Temán;

el Santo, del monte Farán:

su resplandor eclipsa el cielo,

la tierra se llena de su alabanza;

su brillo es como el día,

su mano destella velando su poder.



Sales a salvar a tu pueblo,

a salvar a tu ungido;

pisas el mar con tus caballos,

revolviendo las aguas del océano.



Lo escuché y temblaron mis entrañas,

al oírlo se estremecieron mis labios;

me entró un escalofrío por los huesos,

vacilaban mis piernas al andar.

Tranquilo espero el día de la angustia

que sobreviene al pueblo que nos oprime.



Aunque la higuera no echa yemas

y las viñas no tienen fruto,

aunque el olivo olvida su aceituna

y los campos no dan cosechas,

aunque se acaban las ovejas del redil

y no quedan vacas en el establo,

yo exultaré con el Señor,

me gloriaré en Dios mi salvador.



El Señor soberano es mi fuerza,

él me da piernas de gacela

y me hace caminar por las alturas.



Ant. Jesucristo nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.



Ant. 3. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero.



Salmo 147



RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN




Glorifica al Señor, Jerusalén;

alaba a tu Dios, Sión:

que ha reforzado los cerrojos de tus puertas

y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;

ha puesto paz en tus fronteras,

te sacia con flor de harina.



Él envía su mensaje a la tierra,

y su palabra corre veloz;

manda la nieve como lana,

esparce la escarcha como ceniza;



hace caer el hielo como migajas

y con el frío congela las aguas;

envía una orden, y se derriten;

sopla su aliento, y corren.



Anuncia su palabra a Jacob,

sus decretos y mandatos a Israel;

con ninguna nación obró así,

ni les dio a conocer sus mandatos.



Ant. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero.





LECTURA BREVE Is 52, 13-15


Mirad: mi siervo tendrá éxito, será enaltecido y ensalzado sobremanera. Y, así como muchos se horrorizaron de él, pues tan desfigurado estaba que ya ni parecía hombre, no tenía ni aspecto humano, así también muchos pueblos se admirarán de él y, a su vista, los reyes enmudecerán de asombro porque verán algo jamás narrado y contemplarán algo inaudito.





En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona.





Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz.





CÁNTICO EVANGÉLICO




Ant. Fijaron encima de su cabeza un letrero indicando el motivo de su condenación: “Éste es Jesús, el rey de los judíos.”





PRECES




Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir y ser sepultado para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle, diciendo:



Señor, ten piedad de nosotros.



Señor y Maestro nuestro, que por nosotros te sometiste incluso a la muerte,

enséñanos a someternos siempre a la voluntad del Padre.



Tú que siendo nuestra vida quisiste morir en la cruz para destruir la muerte y todo su poder,

haz que contigo sepamos morir también al pecado y resucitemos contigo a vida nueva.



Rey nuestro, que como un gusano fuiste el desprecio del pueblo y la vergüenza de la gente,

haz que tu Iglesia no se acobarde ante la humillación, sino que como tú proclame en toda circunstancia el honor del Padre.



Salvador de todos los hombres, que diste tu vida por los hermanos,

enséñanos a amarnos mutuamente con un amor semejante al tuyo.



Tú que al ser elevado en la cruz atrajiste hacia ti a todos los hombres,

reúne en tu reino a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.





Se pueden añadir algunas intenciones libres.





Porque la muerte de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos atrevemos a orar al Padre, diciendo: Padre nuestro.

Oración




Mira, Señor, con bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro Señor aceptó el tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.





CONCLUSIÓN




V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida

eterna.



R. Amén.























































SÁBADO SANTO Laudes







V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.





HIMNO




Venid al huerto, perfumes,

enjugad la blanca sábana:

en el tálamo nupcial

el Rey descansa.



Muertos de negros sepulcros,

venid a la tumba santa:

la Vida espera dormida,

la Iglesia aguarda.



Llegad al jardín, creyentes,

tened en silencia el alma:

ya empiezan a ver los justos

la noche clara.



Oh doliente de la tierra,

verted aquí vuestras lágrimas:

en la gloria de este cuerpo

serán bañadas.



Salve, cuerpo cobijado

bajo las divinas alas;

salve, casa del Espíritu

nuestra morada. Amén.





SALMODIA



Ant. 1. Harán llanto como llanto por el hijo único, porque siendo inocente fue muerto el Señor.





Salmo 63




Escucha, ¡oh Dios!, la voz de mi lamento,

protege mi vida del terrible enemigo;

escóndeme de la conjura de los perversos

y del motín de los malhechores.



afilan sus lenguas como espadas

y disparan como flechas palabras venenosas,

para herir a escondidas al inocente,

para herirlo por sorpresa y sin riesgo.



Se animan al delito,

calculan cómo esconder trampas,

y dicen: “¡Quien lo descubrirá?”

Inventan maldades y ocultan sus invenciones,

porque su mente y su corazón no tienen fondo.



Pero Dios los acribilla a flechazos,

por sorpresa los cubre de heridas;

su misma lengua los lleva a la ruina,

y los que lo ven menean la cabeza.



Todo el mundo se atemoriza,

proclama la obra de Dios

y medita sus acciones.



El justo se alegra con el Señor,

se refugia en él,

y se felicitan los rectos de corazón.



Ant. Harán llanto como llanto por el hijo único, porque siendo inocente fue muerto el Señor.





Ant. 2. Líbrame, Señor, de las puertas del abismo.



Cántico Is 38, 10-14. 17-20



Yo pensé: “En medio de mis días

tengo que marchar hacia las puertas del abismo;

me privan del resto de mis años.”



Yo pensé: “Ya no veré más al Señor

en la tierra de los vivos,

ya no miraré a los hombres

entre los habitantes del mundo.



Levantan y enrollan mi vida

como una tienda de pastores.

Como un tejedor devanaba yo mi vida,

y me cortan la trama.”



Día y noche me estás acabando,

sollozo hasta el amanecer.

Me quiebras los huesos como un león,

día y noche me estás acabando.



Estoy piando como una golondrina,

gimo como una paloma.

Mis ojos mirando al cielo se consumen:

¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!



Me has curado, me has hecho revivir,

la amargura se me volvió paz

cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía

y volviste la espalda a todos mis pecados.



El abismo no te da gracias,

ni la muerte te alaba,

ni esperan en tu fidelidad

los que bajan a la fosa.



Los vivos, los vivos son quienes te alaban

como yo ahora.

El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.





Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas

todos nuestros días en la casa del Señor.



Ant. Líbrame, Señor, de las puertas del abismo.





Ant. 3. Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades.



Salmo 150




Alabad al Señor en su templo,

alabadlo en su augusto firmamento.



Alabadlo por sus obras magníficas,

alabadlo por su inmensa grandeza.



Alabadlo tocando trompetas,

alabadlo con arpas y cítaras,



alabadlo con tambores y danzas,

alabadlo con trompas y flautas,



alabadlo con platillos sonoros,

alabadlo con platillos vibrantes.



Todo ser que alienta, alabe al Señor.



Ant. Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades.





LECTURA BREVE Os 6, 1-3a




Esto dice el Señor: <<En su aflicción me buscarán, diciendo: “Volvamos al Señor. Él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará, y al tercero nos levantará, y viviremos en su presencia.”>>





En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:



Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz; por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”.






CÁNTICO EVANGÉLICO




Ant. Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y con tu sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro.





PRECES



Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir y ser sepultado, para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle, diciendo:



Señor, ten piedad de nosotros.



Oh Señor, que junto a tu cruz y a tu sepulcro tuviste a tu Madre dolorosa que participó en tu aflicción,

haz que tu pueblo sepa también participar en tu pasión.



Señor Jesús, que como grano de trigo caíste en la tierra para morir y dar con ello fruto abundante,

haz que también nosotros sepamos morir al pecado y vivir para Dios.



Oh Pastor de la Iglesia, que quisiste ocultarte en el sepulcro para dar la vida a los hombres,

haz que nosotros sepamos también vivir escondidos contigo en Dios.



Nuevo Adán, que quisiste bajar al reino de la muerte, para librar a cuantos, desde el origen del mundo, estaban encarcelados,

haz que todos los hombres, muertos al pecado, escuchen tu voz y vivan.



Cristo, Hijo de Dios vivo, que has querido que por el bautismo fuéramos sepultados contigo en la muerte,

haz que siguiéndote a ti caminemos también nosotros en novedad de vida.



Se pueden añadir algunas intenciones libres.





Movidos por el espíritu filial que Cristo nos mereció con su muerte, digamos al Padre: Padre nuestro.





Oración




Dios todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo pro el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.





CONCLUSIÓN




V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y no lleve a la vida

eterna.



R. Amén.













































CÁNTICO DE ZACARIAS Lc. 1,68-79



Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con

nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.



Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.



Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.



Por la entrañable misericordia de nuestro Dios.

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.


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