Son muchos los que, hoy en día, tienen miedo a adquirir compromisos que duren mucho tiempo. Quizá, por eso, cuesta dar el paso del matrimonio para toda la vida, e incluso más, responder cuando es Dios mismo quien llama a entregar toda una vida, por entero y para siempre, al anuncio del Reino desde la vida consagrada o sacerdotal.
El compromiso serio
cuesta. A nadie le molesta ser radical sólo un día. Pero, cuando se
trata de más tiempo, nos lo pensamos dos veces.
Tal vez, tú mismo
tendrás la experiencia de haber descubierto algo que Dios te pedía
y haber pensado por dentro: «¿Aguantaré así toda mi vida?».
Aparece, entonces, el «agobio» y se opta por seguir viviendo como
siempre.
A todos nos gustaría
ser ejemplo de solidaridad, de entrega, de amor. Pero nos cuesta
darnos por entero. Nos gustaría exigirnos algo más. Y, sin embargo,
nos resulta difícil dar el paso, lanzarnos, «salir de nuestra
tierra».
La tentación de la
mediocridad, de eludir compromisos que conlleven sacrificios
demasiado grandes, sigue siendo algo atrayente. Sin embargo, Jesús
nos pide que nos entreguemos por entero a él, que no le andemos
regateando. Y, paciente, sigue esperando nuestra respuesta.
2. Salmo
desde la entrega total
Gracias,
Señor, porque me ayudas a romper mis cadenas.
Me
conoces por dentro y por fuera
y sabes
muy bien todo lo que me ata
y me
impide seguirte por entero, sin condiciones.
Tú
quieres habitar en mi corazón.
Has
llamado, has entrado
y me
has dicho: «Conmigo lo puedes todo».
Algo
dentro de mí empieza a cambiar
y mi
alma, que sin ti estaba muerta,
comienza
a revivir al sentir tu presencia.
¡Qué
bueno eres conmigo, Señor!
¡Con
qué cariño me mimas! ¡Con qué amor me miras!
A pesar
de alejarme tantas veces de ti,
tú no
dejas de estar a mi lado.
A pesar
de despreciarte en múltiples ocasiones,
tú no
te alejas ni un solo momento de mí.
A pesar
de todo, Señor, a pesar de todo,
siempre
estás conmigo.
Aunque
yo parezca más fuerte que tú,
tu
bondad y tu amor pueden conmigo.
A veces
parece imposible que pueda cambiar,
pero
ahí estás tú, Señor, rompiendo mis cadenas.
Rompiendo
todas las ataduras que me alejan de ti.
Por
eso, Dios mío, te puedo decir con el corazón en la mano
que
aquí estoy, todo tuyo.
Contigo
estoy vencido, Señor.
Por más
que luche, tú acabas conquistándome.
Contigo
nunca me perderé.
Por más
que ame lo que tú no amas,
cuando
te siento en mi alma
termino
amando lo que tú amas.
Tu mano
poderosa me va cambiando por dentro.
Soy
todo tuyo.
Tu
brazo poderoso me aleja de las vanidades que me rodean.
Soy
todo tuyo.
Tu
mirada profunda, llena de amor, me arrastra hacia ti.
Soy
todo tuyo.
Poco a
poco, sin que me dé cuenta,
vas
ganando terreno en mi alma
y
acabas venciéndome y liberándome a la vez.
Y,
ahora, Señor, que estás dentro,
puedo
decirte que tu presencia es más dulce que la miel,
más
dulce que cualquier placer.
Ahora,
Señor, que estás dentro,
puedo
decirte que tu presencia es más íntima
que mi
misma intimidad;
más
grande que cualquier grandeza;
más
hermosa que cualquier hermosura.
Aquí
estoy, sólo para ti,
porque
me haces libre de verdad;
porque
rompes todas las cadenas que me atan;
porque
me has traspasado el corazón
y te he
amado,
porque
te he gustado
y ardo
en deseos de tu amor.
Aquí
estoy, sólo para ti, mi Dios.
Aquí
estoy, sólo para ti, porque eres mi Señor.
Aquí
estoy, sólo para ti. Eres mi Salvador.
Aquí
estoy, todo tuyo, sólo para ti.
3.
Lectura
A
otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Déjame ir primero a
enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos
entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios».
También otro le dijo:
«Te seguiré, Señor, pero déjame antes despedirme de los de mi
casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira
hacia atrás es apto para el Reino».
Lc 9,59-62
4.
Reflexión
Si
hay alguna tentación grande para nosotros, esa es la de ser
mediocres. No es tan difícil serlo. Muchos cristianos han sido
seducidos por esta tentación porque prefieren lo cómodo. Incluso
puede que se crean buenas personas. Y lo más triste es que algunos
llaman «tontos» a los que se comprometen de verdad.
Es difícil
comprometerse cada día más, ser exigente consigo mismo. Es difícil.
Pero ese es el camino de Jesús, no otro. Él te quiere por entero,
no a medias. Quiere que cada día ames más, perdones más, ayudes
más...
Tenemos toda una vida
por delante, y un proyecto de Dios en cada uno de nosotros. Nadie
hará por ti lo que Dios espera de ti.
Si eres comprometido,
mostrarás a los demás el verdadero rostro de Dios. Pero, si eres
mediocre, darás a conocer un Dios mediocre. Muchos se han convertido
al cristianismo al ver creyentes comprometidos. Pero también es
verdad que muchos se han alejado de Dios al ver creyentes carentes de
un testimonio de vida evangélica.
No olvides las palabras
de Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás
es apto para el Reino». Y...
...
mirar atrás es decir: «Bueno, la próxima vez...».
...
mirar atrás es no responder cuando Dios llama.
...
mirar atrás es hacer el bien a medias.
...
mirar atrás es ser buena persona ante algunos, pero no ante todos.
...
mirar atrás es no querer dar más de lo que puedes.
...
mirar atrás es pensar que Jesús no me puede hacer feliz.
...
mirar atrás es decir: «Mañana, mañana...».
...
mirar atrás es contentarte con vivir la fe desde los mínimos.
...
mirar atrás es abandonar cosas fundamentales para tu fe.
...
mirar atrás es...
5.
Peticiones: «Cuenta conmigo, Señor»
Tú no quieres gente
mediocre, gente que te diga un «sí» con la boca chica, cuando a la
hora de la verdad lo que dice es «no». yo, Señor, no quiero ser de
esos. Quiero vivir tu evangelio con radicalidad.
CUENTA
CONMIGO, SEÑOR
Sé que necesitas
personas comprometidas que no tengan miedo a anunciar tu Palabra por
todos los lugares.
CUENTA
CONMIGO, SEÑOR
Necesitas testigos de tu
amor que derrochen cariño y entrega por donde quiera que vayan; que
hagan realidad tu gran mandamiento del amor.
CUENTA
CONMIGO, SEÑOR
Hacen falta sacerdotes,
religiosos y religiosas que vivan el evangelio con radicalidad; que
se entreguen totalmente para anunciarte y predicarte por todo el
mundo; que estén libres y sin ataduras para ser apóstoles tuyos en
medio de este mundo. Si algún día tú me llamas...
CUENTA
CONMIGO, SEÑOR
En el mundo necesitas
personas que sean capaces de amar sin límites, querer sin límites,
entregarse sin límites... Tu invitación es exigente pero, a pesar
de todo...
CUENTA
CONMIGO, SEÑOR
La fe vivida en familia
está en crisis. No es fácil encontrar familias que vivan su fe en
la casa. Yo quiero romper con eso, quiero ser testigo tuyo en medio
de los más cercanos a mí mismo.
CUENTA
CONMIGO, SEÑOR
Tú no quieres hacer
nada sin nosotros. Nos quieres evangelizadores que anuncien por todo
el mundo las enseñanzas que dejaste a tus discípulos.
CUENTA
CONMIGO, SENOR
6.
Oración de la entrega
Padre,
me pongo en tus manos.
Haz de
mí lo que quieras,
sea lo
que sea, te doy las gracias.
Estoy
dispuesto a todo,
lo
acepto todo con tal que tu voluntad
se
cumpla en mí y en todas tus criaturas.
No
deseo nada más, Padre.
Te
confío mi alma, te la doy
con
todo el amor de que soy capaz
porque
te amo y necesito darme,
ponerme
en tus manos,
sin
medida, con infinita confianza
porque
tú eres mi Padre.
Charles de Foucauld
No hay comentarios:
Publicar un comentario